Madrid nos roba

Es mi amor por la gente de Cataluña y por su tierra lo que me lleva a meterme en el charco de escribir estas palabras, con lo poco que me gusta la política (y siendo consciente de mis limitaciones). Los catalanes han de tomar importantes decisiones este fin de semana y en los próximos años, decidir su independencia o un cambio hacia una mejor España, y he sentido que debía hacerlo.

La intención de este escrito es sólo ofrecer una visión complementaria al “rodillo de la comunicación gubernamental”, que inevitablemente nos condiciona a todos (por supuesto, incluido yo mismo), y tiende siempre a llevarnos a ver las cosas de una forma parcial y dirigida.

Ojalá el probable referendum de autodeterminación catalán pudiese llevarse a cabo en auténtica libertad de pensamiento, pero la actitud que veo en los políticos no permite ser muy optimistas en ese sentido. La comunicación que recibimos nos condiciona, y hay que estar muy centrado para ver la realidad como auténticamente es. Con las dificultades que atravesamos, muy graves en muchos casos, es sencillo salir de la parcialidad y del concepto de “bien común”, para buscar culpables que no lo son, y soluciones que son sólo buenas para unos pocos.

En esta campaña de las elecciones catalanas, y desde mucho antes, he escuchado ideas y argumentos que, en mi opinión, bien directamente no son ciertas o, mucho peor, son manipulaciones. Quiero compartir brevemente mi visión sobre un par de ejemplos, para que, al menos, tengáis otro punto de vista. He puesto sólo dos ejemplos, pero la lista es realmente extensa.

1. “Madrid nos roba”
No se debe confundir Madrid con el gobierno del Estado Español por el simple hecho de que el Gobierno tenga su sede en Madrid, no tiene nada que ver una cosa con la otra.
Madrid es, con diferencia, la comunidad que más dinero aporta al estado. En Madrid la gente no lo está pasando en absoluto bien, pero como sociedad siempre ha demostrado su solidaridad y compromiso con las demás comunidades. Siendo el principal motor económico, los madrileños no tenemos duda de que debemos contribuir más al conjunto del Estado.

El argumento “Madrid nos roba” no sólo es erróneo, sino que trata de enfrentar a los catalanes con personas que se esfuerzan tanto o más que ellos por el bien común. En definitiva, es una manipulación interesada.

Si se refiriesen al Estado Español, se debe tener en cuenta que trata de velar por el bien común de todos, y que el Estado Español está formado también por los catalanes. Estoy de acuerdo en que el Estado no ha actuado muy bien en los últimos años, pero eso es responsabilidad de todos.

2. “España no quiere a Cataluña”
Esta es otra manipulación de la realidad. En el resto de España no sólo se quiere a los catalanes, también se valora enormemente su esfuerzo, e incluso se les admira y se les toma como modelo. Lo sé porque lo he vivido.

Es cierto que los políticos de dentro hace tiempo que iniciaron una deriva de diferenciación y separación, y que los de fuera no han sabido sino agravar la situación con decisiones también mezquinas, que sólo han empeorado la percepción que, desde ambas partes, se tiene de personas que entre sí tienen muchas más cosas que les unen de las que les diferencian. Las enemistades sólo parten del desconocimiento entre unos y otros y, principalmente, de la manipulación interesada.

No hay duda de que los políticos de las últimas décadas (del Estado Español, de Cataluña y del resto de comunidades autónomas) no han conseguido crear una sociedad con unas bases suficientemente sólidas para que el conjunto de España aproveche el potencial real de los ciudadanos.
Constantemente se han tirado balones fuera para no afrontar los problemas más importantes de la sociedad. La falta de visión de estado y de futuro, la corrupción, el despilfarro, la no exigencia igualitaria entre comunidades y el mantenimiento de unos privilegios en algunas comunidades que éticamente y comparativamente no parecen tener sentido, excusándose símplemente en la historia.

Todo ello, unido a las dificultades económicas, nos han llevado a la situación actual. Es el momento de afrontar estos problemas de verdad, pero no desde la ruptura, sino desde el sacrificio. Los políticos no deben creer que, por haber ganado unas elecciones, tienen la verdad absoluta sobre lo que piensan sus ciudadanos, y pueden actuar impunemente en nombre de todos. Ahora, y siempre, deben ser personas humildes al servicio de los demás. Personas que afronten los problemas con autenticidad, buscando las soluciones, para sus ciudadanos, y para el resto de sociedades que se verán afectadas por sus decisiones.
No deberían buscar simplemente garantizarse el ganar las elecciones por el camino fácil de “lo mejor para nosotros”. ¿Quzá sea demasiado pedir para un político?

Echo de menos en el presidente del gobierno un mensaje a cada Español solicitándole más esfuerzo para mejorar como persona, para no pensar únicamente en nuestros intereses individuales y pidiendo un compromiso, en la medida de nuestras posibilidades, en la ayuda y en asumir riesgos por los demás.

También echo de menos el valor necesario para mejorar lo que sea necesario en la constitución para hacernos más iguales, vivamos en el punto de España y de Europa que vivamos.

Echo de menos en los presidentes de la comunidades autónomas el decir: nosotros y nuestra sociedad estamos aquí para ayudar, para esforzarnos hombro con hombro con nuestros hermanos extremeños, murcianos, gallegos, vascos… con el resto de España y con Europa. Que un vasco sienta Madrid como suyo y que un andaluz pueda estar orgulloso de una ciudad como Barcelona. Tampoco es tan difícil, al menos en el deporte parece que sí lo hacemos.

Echo de menos en el gobierno de Europa el paso de la decisión de la unidad política. Si queremos una Europa unida, no podemos pensar en privilegios para unos u otros paises, debemos renunciar a muchos egos para construir una europa auténticamente unida.

Echo de menos en mí, y en el resto de personas que formamos España y Europa, un mayor esfuerzo de libertad mental para no sentirnos de ningún partido político, ni de izquierdas o derechas. Necesitamos un esfuerzo individual adicional para determinar cuáles son nuestros auténticos valores como personas y anteponerlos a partidos políticos, privilegios, tradiciones o hechos históricos. Así seremos auténticamente independientes, y podremos tomar decisiones de forma libre.

Gracias por haber leido estas palabras.